Se van cayendo
las hojas,
entre las pisadas
del mundo,
tanto las blancas
como las ocres,
todas ellas
sin distinción,
son tocadas
por esas suaves
pisadas,
donde la eternidad
no tiene fin.
Una de ellas
se resiste,
y de sus entrañas
sale un alarido
le han tocado,
…el alma
y ante eso, ese pie
se para, se para,
porque cree
que le ha dolido.
Esas hojas
que se han caído
ese otoño,
que empieza…,
están preñados
los arboles,
necesitan desquitarse
en esa luz tenue,
donde ya la noche
cae, cae la noche.
©Miren E. Palacios
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