Subirse a unas escaleras mecánicas por
primera vez, puede llegar a ser una
experiencia emocionante, con una mezcla
de sensaciones, e incluso algo de vértigo.
Todo el mundo cuenta historias a través
de ellas, como los amantes que vivieron un idilio interminable.
Secretos que jamás se cuentan, personas que
jamás se olvidan, historias que jamás se
escriben y palabras que jamás se dicen.
Espías, detectives, gánsters, hombres y mujeres de la noche,
todos ellos impresionan con sus vidas,
porque viven para desafiar, vencer y salir de la oscuridad.
Todos dicen que su vida es estupenda, pero viven
el mundo de las apariencias. Miradas sospechosas que de tanto
gritar en silencio, se quedaron afónicas.
Cuerpos que se juntan para beber de la copa
del olvido, disipar sus defectos, y con ese disparo de emoción,
suplican desesperadamente amor y dignidad.
Porque vuelven a creer en la eternidad del presente
cuando están frente a unos ojos que supieron suspirar
Caminantes que cuánto más vacías son sus vidas, más les pesan.
Masas de gente preocupadas por el mañana,
porque el día a día tiene ya suficientes problemas, como
cuando llega un amanecer, con mucho viento
para despejar los cielos.
©María Vega