Una luz que refleja el sentir
de tu pensamiento,
donde las nubes no llegan,
y ni las sombras lo enturbian.
Solo la fuerza de tu tono puede,
ascender y superar el combate,
de ese “astro”,
el que dar calor a tu corazón
y fuego a mi ilusión.
Aquél que dijo eclipse,
sucumbió a los astros,
y sin saberlo,
pronunció tu nombre.
A ambos lados del mundo,
la barbarie…
y entre medio, un paraíso,
la desigualdad humana,
la brecha del desnutrido,
analfabeto y no querido.
¿Quién dijo amor
e hijos del mismo Dios?
No son continentes,
sino gentes salientes,
a veces sucumben
a esas aguas,
frías y mal olientes,
no todo en el mar es limpio
ni huele a sal.
Espejismo roto
de anhelos remotos,
no somos iguales,
ni queremos serlo,
pequeños diablillos terrenales,
escuchad la voz…,
que indica el después,
e id a ese ritmo,
un paso hacia delante
y tres al revés.
¡Oh gente!
que dice sentirse decente.
©Miren E. Palacios